19 sept 2014

El paro no son cifras, son dramas, son personas

Lamentablemente, el paro laboral se está convirtiendo en algo tan común y generalizado que corre el riesgo de dejar de ser noticia, para convertirse en una música de fondo que escuchamos impasibles día tras día, mientras la triste realidad es que se trata de un drama social al que hay que hacer frente.
Lo hemos comprobado con la crisis, trágica palabra que se repetía hasta la saciedad no hace demasiado tiempo, y que actualmente, aunque la situación no ha mejorado, ya no se oye tanto ni parece tan tremenda, probablemente por habernos “acostumbrado” a escucharla. Pero el estar “vacunados” de la palabra crisis, no significa que desaparezcan o dejen de ser menos graves sus consecuencias, que continúan siendo igual de duras y crueles para con el “eslabón más débil” de la cadena económica: el trabajador, que de la noche a la mañana se transformó en parado y un ciudadano con menos derechos.
No podemos “acostumbrarnos” a nada de esto. El paro es algo más que cifras, mucho más que números… son personas, algo que jamás se debe olvidar. Obvio ¿verdad? Pues parece que no todo el mundo lo tiene igual de claro.
Decir que una de cada cuatro personas en edad productiva no trabaja, es un dato que termina por pasar desapercibido, a no ser que sea el lector el propio desempleado. Al parado que ve que no puede llegar a fin de mes, que tiene dificultades para vestir y alimentar a sus hijos, que ha de decidir si este mes puede pagar la luz o el agua, poco le importa que el paro sea del 50%, del 20% o esté cerca del 10%.
Son muchas las ocasiones en las que hemos visto festejar a quienes nos gobiernan el descenso en las cifras del paro, olvidando que tras ellas, había aún millones de personas que continuaban sin encontrar trabajo. Personas que, además, tenían que escuchar cómo la situación estaba mejorando mientras ellos seguían sin encontrar trabajo y su día a día seguía siendo igual de duro y desesperanzador. Se celebraban unas cifras que escondían tras de sí miles de personas pateando las calles y llamando a puertas que nunca se abren, entregando curriculums que nunca se leerá nadie, o acudiendo a infinidad de entrevistas con idéntico final... “ya le llamaremos"
Y eso es porque se centran en las cifras y se olvidan de las personas. El Gobierno, con sus ya famosos “viernes negros” en los Consejos de Ministros, parece que se dedican a lo que mejor se les da, buscar la interpretación de los datos para decir con descaro que el camino de la recuperación ha empezado. O peor aún, niegan la evidencia e intencionadamente tergiversan los datos para intentar engañarnos a la mayoría y recibir los aplausos de sus incondicionales.
Pretenden hacernos creer, por ejemplo, que el paro entre nuestros jóvenes desciende, y se ríen de nosotros hablando de la “movilidad exterior” como un logro en su desarrollo personal, cuando la realidad que esconde esa expresión es un exilio laboral incierto que les obliga a abandonar sus casas, sus ciudades, su país para intentar encontrar el futuro que no encuentran aquí, ni se les ofrece. Nuestros jóvenes se ven obligados a emigrar a otros países y ellos se ponen medallas por ello, porque aumenta proporcionalmente la “población activa” ocultando la causa real, nada positiva, de ese aumento y del empobrecimiento que ello conlleva.
O cuando muchas de las personas paradas, hartas de ver como pasa el tiempo, y tras infinidad de visitas a las oficinas del INEM, mes tras mes viendo que no les es útil para encontrar trabajo, acaban por desistir y se borran. Momento en el cuál, el gobierno hace un “monumento mediático” porque hay menos parados… registrados.
Por no hablar de cuando se dictan leyes retrogradas que permiten contratos más que precarios fruto de la Reforma Laboral del PP, hasta el punto de registrarse por dos días, uno, o por unas horas. En estos casos se les llena la boca enumerando el total de contratos que se han realizado, sin explicar el número de trabajadores a los que corresponde "tanto contrato" ni el total de las horas. Ejemplos podemos encontrar de miles de personas que acumulan en pocos meses, decenas de contratos parciales que, en total, difícilmente superan, al año, los 100 días.
En lugar de preocuparse tanto por las cifras, lo que les debe preocupar son las personas que están tras ellas, siendo una prioridad dar respuesta a sus necesidades.
Empezaremos a ver esas “fuertes raíces” cuando el objetivo de quienes ejercen el poder, no sea preocuparse de las cifras para intentar maquillarlas, sino dedicarse de verdad a empatizar con los ciudadanos que sufren por culpa de su ineficacia a la hora de plantear medidas que resuelvan el dramático problema del paro. Cuando en lugar de aprobar una Reforma Laboral para intentar contentar a empresarios “amigos”, con despidos más baratos, prácticamente gratis, contratos “basura”, o salarios más bajos, dicten una Reforma Laboral que blinde y mejore significativamente las condiciones y derechos de los trabajadores. Cuando en lugar de insultar a los parados, como aquel “que se jodan” pronunciado desde la bancada del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, se dedicasen a poner los medios para que ningún parado ni su familia, y por supuesto los miembros más pequeños de las mismas, los niños y niñas, no pasen ningún tipo de necesidad vital.
El paro no son cifras, son dramas, no son balances económicos, son personas. Hombres y mueres que buscan y no encuentran trabajo. No tenemos que conformarnos con pensar que el paro es un fenómeno con el que tenemos que vivir eternamente. Ni podemos pensar, "a mí no me va a tocar". Tenemos que convivir con él, por el más breve espacio de tiempo posible, ni un minuto más de lo tardemos en ser capaces de solucionarlo. Si este gobierno no sabe o no quiere poner los medios necesarios para ello... habrá que pensar en que nos gobiernen otros.
El Trabajo es un derecho y las mejores condiciones laborales, un logro social que costó mucho conseguir y que no nos pueden quitar “a golpe de decretazo”.

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