4 oct 2014

15 millones de euros, el coste de una desvergüenza

( mi artículo de opinión en publicoscopia.com )

3 millones en restaurantes, 2 millones retirados en efectivo y más de 500.000... en alimentación, además de otros gastos privados… 15,5 millones de euros en gastos personales, pero no con su dinero, sino con el dinero de todos. INADMISIBLE.
Siento repulsa e indignación, y quiero manifestar un total rechazo y mi contundente denuncia, ante lo que ya se conoce como un nuevo “atraco” a las arcas públicas mediante las ya lamentablemente famosas “tarjetas de Cajamadrid”.
Unas tarjetas de crédito secretas, “invisibles” podríamos decir, con "licencia para comprar". Tarjetas que no figuraban en ningún contrato, en ninguna contabilidad oficial y con las que se hacían movimientos más que suntuosos de dinero que se anotaban “a mano” por las secretarias de directivos. Unos movimientos “desconocidos” por la misma Hacienda que todo lo nuestro, enseguida "lo ve". Esta trama "tarjetera" solo puede tener un nombre: CORRUPCIÓN.
La entidad, que ahora es de todos, se ha apresurado a trasladar que el uso de las tarjetas era legal ¿Legal? Como no soy juez, no voy a entrar en esa supuesta legalidad, pero lo que tengo más que claro es que se trata de algo completamente inmoral. Lo pienso yo y lo piensa la mayoría de la población. Este gasto tan alegre como abultado de los consejeros, vulnera todos los principios éticos más elementales, y es una total e inadmisible falta de respeto hacia la ciudadanía y las organizaciones que los habían puesto en el Consejo, precisamente, para que este tipo de cosas no ocurrieran.
Una entidad a la que se ha inyectado dinero público para su rescate, mientras "premiaba" económicamente, sin límites, a los cerca de 100 consejeros y directivos. Una entidad que para conceder un préstamo o hipoteca, tan necesarios para muchas familias, casi exigía que demostrases que no lo necesitabas, mientras subvencionaba gastos sin límites para caprichos a su "cúpula". Una entidad sin pudor y una "cúpula" sin ética.
Los escándalos de corrupción política y de aprovechamiento del cargo público en beneficio propio se han de acabar. Tolerancia cero ante estos casos en los que se maneja dinero público, es decir, dinero de todos, para el lucro personal. La justicia debe ser contundente, mostrar celeridad y condenar a los culpables. Pero, además, deben asumir otro tipo de responsabilidades... "él que la hace la paga y lo paga". Quien es condenado por un uso indebido de recursos públicos, no solo debe ser condenado, sino ser obligado a devolver hasta el último euro de dinero público, respondiendo, si es necesario, con su propio patrimonio.
Y si la justicia debe ser contundente, los partidos políticos debemos ser ejemplares. En un momento en el que el desencanto y el distanciamiento de la ciudadanía hacia la clase política es más que palpable, estas actitudes no hacen más que agravar la brecha con el ciudadano, y con razón. Los primeros a los que estas actitudes nos repugnan, y los principales interesados en que estas situaciones se corten de raíz, somos los propios militantes de los partidos políticos. Partidos políticos que confiamos en ellos para asumir una responsabilidad y que, con la desfachatez de unos pocos, dañan el buen hacer de la mayoría, nos perjudican a todos... "pagan justos por pecadores".
Esos comportamientos, esas actitudes, esa desvergüenza, no van con el cargo, son las personas las que actúan. Cada vez que se mete a toda la clase política en el mismo saco de la corrupción, salimos perdiendo todos. Debemos denunciar y actuar contra la corrupción, pero también debemos reconocer y poner en valor el buen hacer y la dedicación de miles de concejales, alcaldes, y otros cargos públicos... mayoritariamente sin remuneración económica o muy escasa, que luchan cada día por su localidad y por mejorar la vida de sus vecinos y vecinas, dedicando parte de su tiempo por la satisfacción y único objetivo de mejorar el bienestar de todos.
Seamos contundentes con estas actitudes. Tolerancia cero con la corrupción, quien la ejerza, expulsión inmediata de sus cargos y en lo que a mi respecta, también de mi partido político. No queremos que este tipo de "compañeros" nos marquen un rasero equivocado por el que nos juzgue la sociedad. No somos así. Todos los representantes de los ciudadanos han de ser capaces y honrados.
No todos somos iguales y justo es que se sepa.

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