“No Mónica, al final no me he matriculado porque no he podido
pagarlo”…con esa frase ponía fin a sus ganas de ingresar
en la universidad una buena amiga.
Impotencia en su mirada, palabras
que se entrecortaban incapaces de expresar toda la rabia que sentía, manos
temblorosas de alguien que guarda una gran frustración en su interior, largos
silencios de una persona que lo que desea es gritar y alzar su voz para
denunciar una injusticia, cabeza baja de quien ve como le ha sido arrebatado su
sueño… Una amiga que lo único que deseaba y quería era poder continuar su
formación, estudiar, ir a la universidad…
Podría ser una realidad
aislada, pero lamentablemente, como ella, son muchos los jóvenes a quienes las
puertas de las universidades, las puertas para continuar su formación, se han
cerrado por no poder hacer frente a las elevadas tasas.
Una subida de tasas que
lejos de ir acompañada por un aumento de las ayudas, va acompañada por un
fuerte recorte en becas. Unas becas que eran la llave imprescindible para que
muchos jóvenes pudiesen continuar sus estudios, unas becas que, en un contexto
económico tan adverso como el actual, eran el respiro de muchas familias. Unas
tasas, las aprobadas por este gobierno, que castigan especialmente a las
matrículas sucesivas que ven como el precio, ya de por sí elevado, va
aumentando desproporcionadamente año tras año, y como en ocasiones, este
“castigo” pone en riesgo el poder concluir los estudios iniciados. ¿Tan
duramente hay que castigar a quien repite una asignatura? ¿Merece un castigo
económico quien por circunstancias, a veces más que justificadas, se ha visto obligado
a abandonar temporalmente una convocatoria? ¿O es que se debe castigar a quien no
está en lo que ellos han hecho llamar “la excelencia”?
Desde luego, lo que está
lejos de “la excelencia” es este gobierno. Un gobierno que pone en riesgo la
igualdad de oportunidades. Un gobierno que lejos de apostar por la educación
pública no hace más que poner trabas a los estudiantes. Un gobierno que parece
entender la formación como una carrera de obstáculos en lugar de cómo una
oportunidad y un derecho.
¿De verdad no había otras
partidas en las que recortar o es qué eran conscientes de lo que querían hacer?
Podemos llegar a pensar que realmente su objetivo era recortar en educación, y
dadas algunas de las afirmaciones que dirigentes del Partido Popular han hecho
públicamente, no tendría porque extrañarnos que su argumentario fuese: ¿Para
que vamos a formar a jóvenes que no van a tener donde trabajar? ¿Gastamos los
escasos recursos que tenemos para que una vez que tengamos “la generación mejor
formada” la aprovechen otros países? ¿Hacemos que consigan un título para que
adorne la pared del salón?... Unas dramáticas reflexiones, pero que podrían no
estar muy alejadas del pensamiento de este Gobierno.
No podemos consentir que
mermen la calidad de nuestra formación, nos cierren puertas o nos quieran
condenar a la
mediocridad. No podemos dejar que nos despojen de nuestro
porvenir y resignarnos con el “no se puede”. Debemos continuar defendiendo
nuestros derechos, luchar por nuestro futuro, no rendirnos y tener siempre
presente que…SI SE PUEDE.
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